miércoles, 16 de mayo de 2012

Rafael Sanzio de Urbino


(Nació en Urbino, un viernes santo 06 de abril de 1483 – y fallece en Roma, un Viernes santo 07 de abril de 1520).
Además de su labor pictórica, que sería admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y, como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los vestigios grecorromanos.
En su tiempo fue el pintor más apreciado, hoy día se le considera pobre en lo expresivo y por eso ha descendido en la escala de valores históricos; el cambio del gusto y la filosofía del arte hicieron bandear el prestigio de Rafael, quien como murillo, se ha convertido en una víctima de la evolución estética.
Nacido en  Urbino, de la Umbría, donde también dejaron su huella artística Donato Donatello y el dálmata Laurana, abandono su pueblo para trasladarse a Peruggio y poder asistir a su escuela de arte, la escuela de Umbría parecida a la Florentina. En su primera etapa es imitador del Perugino, el artista con rostros en forma de pera, llegando a confundirse sus obras; es cuando Rafael se entrega de lleno al estudio del colorido, composición, perspectiva, etc. Ciencia sin las cuales sería imposible la pintura para un italiano del Renacimiento.
A esta fase pertenecen las “Las bodas de la Virgen”, pintada a los 21 años de edad, obra muy del siglo XV. De Peruggio se marcha a Florencia para impregnarse del verdadero ambiente renacentista en la Toscana. A esta etapa corresponden sus “Madonnas”, mostrándose Rafael más personal, sensible y correcto. “Virgen del Jilguero”, “Madonna di Casa Colona”, “Madonna Esterházy”, la del “Gran Duque” la de “La Pradera”, la de “La silla”, etc. En su tercera etapa Rafael pasa a Roma, llevado por su padre político el arquitecto de San Pedro Vaticano, Bramante. En Roma reside hasta que se marcha a mejor vida, no sin haber dejado tras si la estela de su genio pictórico. A la muerte de su suegro se encargo de la obra iniciada en San Pedro, llego a realizar varios planos que acabo destruyendo Miguel Ángel.
En Roma, foco universal del arte clásico renacentista con la única competencia de Venecia y Florencia, Rafael madura su euritmia, para él el ritmo lo es todo en la obra. Euritmia, buenas proporciones, belleza, equilibrio, ideal. Que consigue por medio de un álbum con dibujos de modelos, elegía Rafael una nariz, una oreja, una pupila, una frente… Ensamblaba estos elementos y recomponía un rostro ideal, sin tacha, aunque muchas veces inexpresivos. El ensamble de las partes lo realizaba por medio de un método llamado “Ovo” proporción matemática que aplica a las líneas y a los ángulos de las mismas consiguiendo la armonía perfecta. Esto explica que no copiara del natural y su frialdad mental de puro matemático sin sentimientos. En Roma dejo su mejor obra, un fresco llamado “la escuela de Atenas” pintado en las estancias del vaticano; se le considero como obra fundamental de la cultura Romana. Se trata de una alegoría con fondo atencional en personajes importantes: Platón, Diógenes, Euclides. El principal encargo de su carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.
Por su mesura, su suavidad y su armonía, el arte de Rafael resume toda la tradición del Quattrocento.
También las cualidades pictóricas de Piero de la Francesca influyeron notoriamente en su arte; sus huellas se ven en la clara proporción entre los llenos y los vacios, la intensidad de los contrastes del claroscuro y la preocupación por la perspectiva.
Llego a Florencia en 1504, cuando Leonardo había pintado ya la “Santa Ana” y la “Gioconda”, y Miguel Ángel había labrado su “David” sentando las bases del arte moderno.
Junto a Leonardo, convertiría en clásico el arte del renacimiento; sus temas preferidos en el periodo Florentino serán la “Sagrada Familia” y “La Virgen con el niño”, que repite una y otra vez en busca de un orden compositivo y formal, donde sufre la influencia de Leonardo.
Rafael fue el heredero de la tradición de los maestros del Quattrocento que le precedieron y habían ya elaborado todo el lenguaje del naturalismo que el arte nuevo necesitaba. La anatomía, la proporción, la armonía, la perspectiva del dibujo y la del color, el claroscuro, el movimiento, ya formaban alrededor del  1500 la herencia pictórica del Renacimiento; a partir de allí, muchos caminos estaban abiertos: En el fondo, Rafael fue un verdadero y genial representante de las corrientes humanísticas, y su eclecticismo así lo demuestra.
De esta manera, Rafael, “El Divino” se coloca en la cúspide de la cúpula artística, pero no hubiera sido posible sin la estructura de base que fue todo el Quattrocento florentino.
Son también obras de Rafael Urbino: “La Velata”, el más bello rostro de una mujer pintado por Rafael y que representa posiblemente a su amada “La Fornarina” el retrato de “El papa León X con los cardenales Julio de Médicis y Luis de Rossi”  “El Cardenal”, “Juana de Aragón”, de la que Rafael solo pinta el rostro, dejando el resto a cargo de su destacado discípulo Giulio Romano, siendo evidente que esta duplicidad paternal riba unidad al cuadro; “Entierro de Cristo”, retablo, realizado en Florencia. Como pintura de estancia debemos recordar “La misa de Bolsena” y el “Papa León frente a Atila”, esta ultima poco feliz.

Libros:
- Apuntes en el arte desde el Renacimiento hasta hoy. 1988.
A.H. FLORIT
Páginas 74, 75,76.
-          Bases para una interpretación de la historia del arte. 1970
Páginas 288. 289, 290.

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